La abrasión puede definirse como el desgaste de una sustancia o superficie, tal como el esmalte o la dentina, capas que forman el diente, causado por un proceso mecánico anormal. El esmalte es la sustancia más fuerte del cuerpo y el esmalte intacto es resistente a la abrasión, sin embargo con el paso del tiempo se pueden presentar desgastes.
El esmalte es la capa más superficial del diente, por debajo está la capa interna, que es la dentina, es más blanda que el esmalte una vez se ha desgastado el esmalte y queda expuesta la dentina su abrasión es más sencilla, ya que no tiene tanta dureza. La abrasión dental se debe principalmente por un proceso mecánico que involucra objetos y sustancias externas, tales como cepillos dentales, palillos, esto unido a un hábito higiénico inadecuado, un cepillo con cerdas muy duras, un cepillado horizontal demasiado vigoroso, empleo de dentífrico muy abrasivo o lavado con sustancias como bicarbonato de sodio pueden causar importantes abrasiones en los dientes.
Los avances en odontología alargan la longevidad de los dientes naturales, por lo que los dientes están expuestos durante más tiempo al proceso gradual del desgaste diario. Además la dieta actual es rica en ácidos que provienen de una amplia cantidad de alimentos y bebidas con un pH lo suficientemente bajo para reblandecer y desmineralizar la superficie del esmalte y dentina, como ya hemos comentado anteriormente. Los ácidos reblandecen temporalmente la superficie del esmalte y aunque el proceso está mitigado normalmente por la acción natural de la saliva por la presencia de calcio, las exposiciones frecuentes y/o prolongadas con ácidos dejan menos tiempo para que actúe la remineralización. En este estado de debilidad la superficie del esmalte está susceptible de desgastarse por la acción abrasiva del dentífrico y el cepillado.